domingo, 11 de agosto de 2013

Cuarta Entrega "La última escena"




El hombre grande y fornido la sujetó de la cintura, ella estaba de espaldas, con una rodilla elevada en una silla, y la cabeza apuntando al piso, el comenzó las embestidas, primero deslizando su miembro lentamente un par de veces y a continuación de manera violenta, y con ese ritmo ella hizo lo suyo, gimió, gritó y dijo todo lo acordado previamente – Hazlo, más duro, ahhh si rómpeme el coño – tan desganada como abatida.

- Corten – ordenó el director
Los actores se separaron de inmediato.
- Ohh Bob – dijo ella con pesar
- Cherry suenas más falsa que el orgasmo de una puta – y comenzaron todos a reír
- Muy gracioso Bob – sonrió ella sin mucho ánimo
- Eres una actriz… - comenzó a decir el director
- Supongo, y nunca me nominarán al Oscar como actriz porno revelación ¿no? – completó ella divertida

Bob sacudió la cabeza, abrió la boca para señalar algo, pero se detuvo, pensó unos segundos y luego le ordenó con cierta dulzura – Tomate unos minutos muñeca – y se alejó.
Llevaba cuatro horas en el estudio, había tenido como ocho diferentes penes dentro de ella en lo que iba del día y jamás recordaría la cara de alguno de ellos.  De un momento a otro era enfermera, azafata, exploradora, viuda solitaria, extranjera sadomasoquista y un sinfín de personalidades que solo usaba para follar. Podría ser el sueño de un ama de casa, pero para ella era una rutina agobiante.

Su primera grabación fue cuando tenía 17. La había filmado su ex novio sin que ella supiera y luego divulgó el vídeo entre todos los compañeros de la secundaria. Al final cada teléfono móvil de la ciudad ya lo había reproducido un sinfín de veces.  Su abuela, religiosa extremista, a penas lo supo la echó de casa. No volvió al colegio y se fue definitivamente de la ciudad.

No entendía por qué tanto drama, a muchas les había pasado. Al fin y al cabo ella solo tuvo sexo con su novio, como lo hacen todas las chicas, el idiota de su ex la filmó y difundió el vídeo como lo hacen muchos. Y su vida no hubiera cambiado pero ahora estaba fuera de casa, desprotegida y a la deriva. Maldita abuela.
Vivió un tiempo con una amiga y su familia, pero luego el padre de ésta empezó a acosarla y a pesar de haber tenido sexo con él una vez para que dejara de molestarla y no tuviese que terminar en la calle, él desagradable hombre obeso de 50 años siguió sediento de lujuria.

Entonces se fue a vivir con un joven músico. Desempleado y adicto. Obviamente esto no iba a terminar bien. Su vida era como el predecible argumento de una película de cuarta categoría.

No pasó una semana hasta que el chico aburrido de acostarse con ella día y noche la obligara acostarse al mismo tiempo con varios de sus amigos. Ella ebria y drogada lo disfrutó y no solo eso, lo hizo de la manera más profesional. Los miraba a los ojos mientras hacía la felación, se movía como bailarina exótica sobre ellos y el sexo anal le propiciaba un placer infinito.

Fue tan increíble verla en acción, que a uno de los cuatro sujetos que se turnaban para follarla de a dos, se le ocurrió filmarla. Y así fue como la historia se repitió y una vez más un video de ella en una situación indecorosa, y no solo con uno, sino con cuatro hombres, de nuevo transitó a través de los teléfonos móviles de toda la ciudad.
El joven músico, con su corta visión empresarial no tuvo mejor idea que cobrar por los servicios de su susodicha novia.  Pero ella no estaba dispuesta a dejarse manosear por ancianos depravados  u obreros apestosos y comenzó a planear su huida cuando alguien se presentó en la casa.

Era uno de los chicos con quien había filmado la orgía. Alto, moreno, ojos verdes. Era muy guapo. Se saludaron como si fuera un visita formal – ¿Cuántos años tienes? – le preguntó él
-          Cumplí 18 hace dos semanas – le dijo ella. Él pareció aliviado.

Ella no pudo evitar soltar una carcajada. Quizás a él ahora se preocupaba la posibilidad de haber infringido la ley.

Se puso seria – ¿Porque quieres saber ahora mi edad? –
El chico se dispuso a hablar pero luego calló porque ella se alejó para luego regresar con un café, que no era para él.

-          Conozco a un productor de películas que está interesado en ti, pero quería estar seguro de que fueras mayor de edad  - le explicó y ella sintió un golpe de felicidad. “¿Yo, actriz?” – ¿Y qué hay que hacer? – se apresuró a preguntar.

Él tomó un lápiz que se encontraba en una de las mesas junto al sofá y anotó rápidamente – Esta es la dirección y ahí está el horario, ve a verlo cuanto antes-  y le pasó el papel.
Ella miró el papel unos segundos, sujetándolo con ambas manos y luego le dedicó una dulce sonrisa. El chico en un gesto tímido se rascó la cabeza, como se le acabara de regalar una una caja de bombones.  – No sé cómo agradecerte – dijo ella pero si lo sabía.

Entonces ella, quien estaba sentada en el sofá frente a él, quien permanecía de pie, lo asió de los glúteos y lo puso frente a su cara, bajó su bragueta y se llevó su pene a la boca. Él le acariciaba la cabeza y la cara y ella de vez en cuando le dedicaba una miraba y le sonreía, luego con una mano empezó a masturbarlo y con la lengua empezó a recorrer sus testículos. Él se deshizo de sus pantalones y de sus boxers con absoluta maestría. Y abrió más sus piernas para que ella pudiese llegar a lugares más recónditos. – Oh nena – rugía él y ella empujándolo levemente lo obligó a sentarse en el sofá. Ella se arrodilló en el suelo, empezó de nuevo la felación y cuando él estaba a punto de estallar ella se detuvo.  Con una mano presionó su pene con fuerza y luego comenzó a acariciarlo lentamente, trazó pequeños círculos con su lengua, en cada testículo y luego la deslizó más abajo y la introdujo en su ano. Él se sacudió sintiendo el espasmo que el  placer le provocaba. Ella no se detuvo, mientras con una mano rítmicamente acariciaba su pene hasta que él no pudo más. La sujetó del pelo y le obligó a introducirse  el producto de su clímax en la boca. Ella se limpió los labios con una mano.

Él trataba de recuperar el aliento y ella le dijo – ¿Café? – él que no podía abrir bien los ojos y aún no volvía del todo en sí se limitó a asentir.
Ella volvió con una taza y se sentó junto a él. Antes de pasarle la taza se bebió un poco del café. Él la miraba extasiado, ella era preciosa, castaña, pecosa y de grandes ojos color miel, su cuerpo era pequeño pero tenía buenas curvas.  – ¿Cuántos años tienes? – le preguntó ella coqueta sin dejar de mirarlo – 22 – respondió él - ¿Y juegas fútbol o algo así? – Ella apuntó sus piernas musculosas, él sonrió y le contestó – Algo así –  se bebió un trago más de café y luego depositó cuidadosamente la taza en la mesita junto al sofá. A continuación se quitó la camiseta y descubrió ante los ojos de ella su abdomen perfecto.

 Ella que iba escasa de ropa lo imitó y quedó completamente desnuda. Se separó un poco de él, subió ambas piernas y flexionó las rodillas, y con una mano empezó a acariciarse ella misma, primero un pecho y luego con la otra la mano la entrepierna. El la miraba con absoluta concentración e instintivamente se sujetaba con una mano el miembro erecto.  

Ella comenzó a hacer círculos rápidos que abarcaban desde el monte de venus hasta la región anal, la lubricación salpicaba sus piernas entonces la primera sacudida llegó, y ella gimió – Quiero que me folles – le gruño. Él se levantó y sin demora la puso en posición de perrito y la penetró. Estaba tan mojada. Sujetó sus nalgas con las dos manos y empezó a sacudirla. De vez en cuando se detenía e introducía un dedo en su ano, lentamente. Ella estallaba en placer. Luego dos dedos y cuando estuvo lo suficientemente dilatada le introdujo el pene, lentamente y luego con vehemencia. Ella se apoyaba en un codo para no perder el equilibrio y con una mano seguía estimulándose. Tuvo otros cuatro orgasmos hasta que el no pudo más y se corrió dentro de ella.  Pero todavía no terminaba de salirse de ella cuando la puerta se abrió e ingresó el novio de ella.

El chico se apresuró a vestirse mientras ella intentaba incorporarse – Eres una maldita puta – le gritó el músico y ella comenzó a reír a carcajadas. Qué ironía, él hombre que la acostaba con sus amigos y luego quería prostituirla ahora estaba indignado.
-          No mi amor, solo se ocupaba de mi un hombre de verdad – le contestó sin dejar de reír a carcajadas. El chico termino de vestirse y se despidió como si nada pasara – Nos vemos – y el novio también levantó la mano para despedirse de él.

-          ¡Gracias! – le gritó ella antes de que la puerta se cerrara para no volver a ver jamás a aquel chico.

-          ¿Hiciste algo de cenar? –

-          Hazlo tú mismo, me voy a duchar -  le dijo ella misma agarrando su ropa. Y él quedó más consternado por la ausencia de la cena que por el espectáculo que acaba de presenciar. De hecho ¿porque tendría que haberle impresionado?

Al día siguiente ella guardó sus pocas pertenencias en una mochila y se largó. Visitó al productor con mucha ilusión pero no era lo que ella esperaba. Era productor de películas pornográficas. La paga era muy buena y no tendría que acostarse con personajes grotescos, al menos por el momento. Pasando los años eso ya no le importó. Vivía de fiesta. Rentaba un buen departamento y tenía cierto prestigio. No era una Geena Davis, pero tenía una buena cantidad de fans, seguidores en twitter, instagram y myspace. Cambió su nombre a Cherry Spank. Había remodelado su cuerpo con unos senos naturalmente imposibles en un cuerpo tan pequeño y labios ridículamente inflados con colágeno.  Y así diez años después de aquel primer vídeo y de haberse iniciado en la industria porno, estaba vacía. Quería retirarse y hacer algo diferente con su vida.

No tenía ni ahorros. Solo el coche y cantidades absurdas de ropa y zapatos. Y lo peor de todo no sabía hacer otra cosa además de follar, pero no importaba que terminara en la calle sin nada, no estaba dispuesta a seguir haciéndolo. Se había vuelto una agonía interminable.

Disfruto cada minuto que le otorgó Bob para que se recuperase de su anorgasmia. Se metió una tira de coca y salió a escena.  ¿Qué tendría en mente Bob? ¿Qué argumento “hiper elaborado” le estaría aguardando? Miro con aburrimiento el estudio. Todo el equipo de producción, las chicas acicalándose a un costado, más personas de la cuenta, algunos fumando, hablando, tomando café. Todo era gris, y a pesar de las luces de los reflectores, todo se veía demasiado apagado y transcurría con una lentitud escabrosa. Su mirada se detuvo en un hombre particularmente extraño (porque siempre habían cosas extrañas ahí) Era muy alto, la piel blanca casi transparente, pelo negro, ojos… ¿rojos? Quizás estaba drogado. Daba igual, pero no tanto, era desconcertante. “Por favor con él no” pensó ella en una súplica. Usualmente no hablaba con los actores, pero sintió el impulso de saber más de éste personaje que parecía sacado de un cuento de Lovecraft, solo le faltaban los tentáculos, o quizás no.

Bob se acercó a ella y le dio algunas indicaciones.  A continuación entró a la escena.
 Ella era una transeúnte que terminaría teniendo sexo en un callejón con un desconocido luego de que éste se la llevara por delante con su moto. Primero filmarían la escena de sexo en el muro y luego lo demás. Hicieron todo lo básico. Aburrido. Sexo oral, él luego ella. Lo mismo de siempre. Lo hacían en diferentes tomas y ángulos poco creíbles. Hastiada hasta morir. ¡Corte!- Gritaba Bob de tanto en tanto. Lubricante artificial. Ella se montó sobre una mesa de pingpong abandonada junto al depósito de basura. Acostada y con las piernas elevadas y las rodillas flexionadas para dar la mejor vista de sus partes nobles. El personaje se dispuso a penetrarla. Ella sintió un extraño escalofrío pero lo ignoró.

-          Lo haremos sin cortes, orgasmo creíble Cherry Spank … por favor –

Él empezó a moverse dentro de ella. Era extraño e incómodo. Se sentía como uno de esos juguetes sexuales, con textura rara. ¿No se ha depilado? Su miembro era helado. No sabía si era la coca o era el hastío, pero sintió como si su pene se ramificara dentro de ella. Se sentía débil. Él hombre parecía extrañado pero continuó moviéndose. Entonces ella sintió pequeñas agujas en todo su interior. Gritó y lo empujó violentamente, el hombre se retiró de ella e intentó volver a penetrarla, pero ella en un llanto histérico le ordenó que se alejara.

-          ¿Qué demonios niña? – aulló Bob
-          Cherry está muerta – le dijo llorando y rápidamente se vistió y se marchó ante los reclamos de Bob y otros más del equipo.

Pero no pensaba mirar atrás y mucho menos regresar. Se sentía morir, débil, con nauseas. Condujo hasta su casa, a donde apenas llegó, abrió la puerta y se desplomó.  Se despertó y el techo daba vueltas, al menos eso sentía. Todo estaba oscuro. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Se incorporó como pudo, buscó su móvil, no tenía batería.


Tenía recuerdos difusos, como los de un ebrio que no recuerda la noche anterior. Cuando conecto y logró encender su móvil se encontró con una infinidad de mensajes. La mayoría eran de Bob. Los ignoró todos, pero lo que no pudo evitar fue la sorpresa cuando vio la fecha. ¡Habían pasado tres días desde que abandonó el estudio! Se sintió angustiada. Consideró la posibilidad de haber estado en coma. No entendía nada. Se apresuró a prepararse un café, lo bebió y acto seguido lo vomito sin poder evitarlo. Corrió a mirarse al espejo, como buscando una respuesta en su propio reflejo y se encontró con su tez pálida y sus ojos rojos, entonces  recordó al sujeto extraño del set de grabación, esa apariencia que parecía que solo a ella le consternada. ¿Cómo alguien así podría conducirse entre  personas normales sin que nadie lo notase? ¿O no fue real? 

La ansiedad era cada vez mayor y sentía un vacío desgarrador en su interior. Se sujetó el abdomen y tembló.

Corrió al refrigerador y se llevó a la boca todo lo que se encontraba y a continuación lo volvía a rechazar.  La furia se apoderaba de ella y comenzó a romperlo todo. Se asfixiaba. No soportaba el encierro. Abrió la puerta y bajo corriendo las escaleras, descalza, con la falda subida por encima de la cintura y el top dejando escapar uno de sus senos. “¿Será que necesito un pase?” se preguntó, pero ella no era una adicta ¿o si lo era? Sentía que la angustia le iba a estallar en el pecho y se sentó en la calle a llorar. Se acomodó la ropa como pudo, todo estaba desolado, pero no traía bragas. Se sintió temerosa, había corrido como un animal varias calles alejándose de su casa. Entonces un hombre se acercó. Como era de esperarse, a esas horas y en ese barrio, era un asaltante – Miren lo que me trajo el gato – dijo con ironía y acarició su navaja y luego la deslizó por el cuello de Cherry.  Ella se levantó lentamente. Él hombre había notado que esa mujer hermosa, en medio de la noche y a su absoluta merced no traía bragas y estaba demasiado excitado como para pensar nada más y mucho menos preguntarse porque estaba allí sentada llorando.  Se liberó la erección del pantalón y la empujó al suelo, en un rincón. Ella quien al principio estaba muerta de miedo y veía el fin de su vida frente a sus ojos comenzó a tener una sensación singular, del centro de su vagina placenteras vibraciones surgieron y con locura esperaba el momento que la penetrara.

-          Vas a saber lo que es bueno puta – le dijo el hombre groseramente y comenzó a follarla – Ohh lo estás disfrutando maldita zorra, ahora voy a follarte el culo para que llores de verdad– pero ella no sentía un placer sexual, era algo aún más elevado, se sentía llena, la sangre fluía con fuerza por sus venas. Volvía a nacer. El hombre no pudo retirarse para cumplir su amenaza.  Era maravilloso, ni en sus mejores polvos había experimentado algo así, tan intenso, tan penetrante. Mientras el hombre seguía moviéndose pero se iba apagando y dejo de hablar, soltó la navaja y empezó a jadear, el clímax llegó pero para vaciar toda su fuerza vital en ella.

 El permaneció inmóvil dentro de ella quien sentía como su vagina continuaba contrayéndose y relajándose por varios minutos más hasta que se percató de que el cuerpo sobre ella no era más que una masa inerte. Se horrorizó y lo empujó. Gritó. No entendía nada.

Corrió con una agilidad y energía nunca antes experimentada, volvió a casa. A pesar del horror, se sentía libre, poderosa, llena. La angustia se había ido. Por el momento.
Estuvo toda la noche despierta, moviendo muebles, cambiando todo de lugar varias veces, sentía una fuerza asombrosa. No volvió a pensar en aquel hombre que acababa de morir sobre ella. Después de todo él la estaba ultrajando, merecía morir. Cuando el sol comenzó a asomarse se sintió exhausta, cerró las cortinas y se entregó al sueño. Un sueño profundo y exquisito.


De nuevo la noche la despertó. Un asomo de angustia y un atisbo de ansiedad incipiente. Sin saber por qué, se negó a dejar que esto prosiguiera, empacó rápidamente y se marchó. Condujo varias horas sin saber a dónde ir. Finalmente paró en un motel. La angustia se había apoderado nuevamente de ella, como una pesadilla recurrente aunque ésta vez tenía un poco más de auto control. 
Pidió las llaves en la portería. Entró a la habitación y se sentó en la cama. “Voy a planificar mi vida, voy a empezar de nuevo” pensó. Otra vez la sensación de vacío, pero no el vacío de su vida, sino el vacío de sus entrañas.

Se dio una ducha tratando de mitigar su ansiedad y salió a caminar. Había una pareja discutiendo en el parqueadero del motel. El chico fumaba y la chica le chillaba. Ella sonrió al pensar que afortunadamente siempre había sido libre, excepto cuando el músico drogadicto se sentía su proxeneta.  Ella se recostó contra un coche a observar divertida. La chica corrió y se metió a una de las habitaciones y el chico permaneció allí, pero se percató de que ella lo miraba y se animó a acercarse – Hola – le dijo sonriente – Hola – le contestó ella. Ahora él la observaba divertido y con algo de morbo, ella llevaba un pequeño camisón a penas cubierto por una diminuta bata y pantuflas rosa. Ella cerró los ojos y tragó saliva, era esa sensación de como cuando se intenta evitar el vómito, inevitable y embarazoso.

-          ¿Estás bien? Parece que has estado llorando, tus ojos están rojos – preguntó el chico. Era un joven de unos 25 años, bajo y regordete. Distaba bastante de ser el príncipe azul, pero ahora fingía estar interesado en ella.

-          Algo así – dijo ella, recordando que esa se había vuelto su frase habitual cuando no quería dar muchas explicaciones, la usaba desde que el guapo moreno de ojos verdes que un día se la follara 10 años atrás se definiera sí mismo como futbolista o “algo así” y ella jamás supo a qué se refería.  Divagaba porque trataba de evitar esa sensación que volvía a nacer en su vagina. Quería alejarse de la vida del sexo pero parecía haber adquirido alguna patología psiquiátrica como la ninfomanía. Se negaba a creerlo. El chico le seguía hablando, pero ella no le prestaba atención, una tormenta de sensaciones angustiosas le obnubilaban la mente, él le explicaba que su novia estaba embazada y que él no quería que tuviera el bebé…

-          Fóllame – le interrumpió ella con su ruego.

-          Vaya nena que eres directa –

Ella se sacó las bragas y abrió las piernas frente a él. El chico se sintió algo intimidado pero no podía sacar los ojos de su entrepierna, afeitada y húmeda.

-          Bien – dijo él – pero tendrá que ser rápido porque mi novia puede salir
Ella se sintió tan humillada que no atinó a responder. El trató de besarla pero ella no quería perder el tiempo. Entonces él la penetró y los ojos de Cherry brillaron como los de un gato, de rojos a dorados. La vida volvía. Todas esas sensaciones que tuvo en la calle una noche atrás, todas desfilaban por su cuerpo una vez más.

-          Ohhh – él llegando al orgasmo trató de retirar su pene para no correrse dentro de ella, pero ella lo detuvo. Lo necesitaba más tiempo dentro de ella – Mi Dios – dijo él en un susurro, cerrando los ojos y perdiéndose en la magia, pero al mismo tiempo sintiendo un agotamiento fuera de lo normal. Sensación de asfixia. Se alejó tambaleante. Se llevó las manos a la cabeza, ni siquiera se subió los pantalones. Finalmente cayó desplomado al piso.

Cherry no lo podía creer. ¿Qué pasaba? ¿Acaso ella era la “vagina asesina”? Era la segunda víctima de sus antojos incontenibles. La policía empezaría a investigar. Sin ningún remordimiento por el chico que yacía muerto en el piso corrió a buscar su maleta y las llaves del auto y huyó del lugar.




Así fue como empezó una travesía, viajando de ciudad en ciudad, durmiendo de día y cazando en la noche. Huyendo de la policía. Prostituyéndose o haciéndolo por nada, al fin y al cabo, debía hacerlo para vivir. La policía estaba desconcertada, pero no tenían pistas concretas, aun así ella depredaba cuanto podía y luego se iba.

Era como una leyenda urbana, la hermosa mujer rubia que recorría las calles nocturnas, semi desnuda, hambrienta de un sexo mortal.

Pasaron los años y su juventud seguía intacta. Miraba a través de la amplia ventana. Quería dejarse caer hasta la acera, 13 pisos más abajo. Había buscado a aquel sujeto durante muchos años, pero no lo había encontrado. Quería respuestas. ¿Qué había pasado aquella noche en el set de grabación? Cuando  sintió como tentáculos emergían de su pene y succionaba su vida a través de las paredes de su vagina. Quería una respuesta ¡maldita sea! Antes de partir. Gritó su mente.

-          Espera, eso va a ser inútil, eres inmortal – le dijo una voz a sus espaldas.

Era el hombre, a quien tanto tiempo había estado buscando. Estaba sentado elegantemente en el sofá y miraba hacia ella. Todo era demasiado extraño, desde el principio, así que como había llegado allí, precisamente en ese momento, era lo de menos.

-          ¿Que eres? – le dijo ella

-          Un vampiro – y le sonrió

-          Pensé que los vampiros eran interesantes, lo siento pero tú te ves patético -  dijo ella con cierto resentimiento

-          ¿Conoces algún otro vampiro? – le inquirió él

-          No, pero en las películas siempre son sexys – no pudo evitar sonreír y él tampoco-

-          No seas estúpida –

-          Bueno no tengo mucha cultura, solo películas de cuarta y guiones de porno – acotó – Supongo que no se nada- y calló con tristeza

-          Mmm somos una evolución del vampiro convencional, dormimos de día y nos alimentamos de sangre, pero no usamos los colmillos como sabes, sino unas membranas que recubren nuestros órganos sexuales, que se expanden y se adhieren a los órganos de nuestra víctima – Ella escuchaba aburrida porque todo eso de alguna manera ya lo suponía – Cuando el orgasmo se produce, el flujo de sangre en la zona es más importante por lo cual la extracción  es más poderosa y casi total -  él se levantó y la miró con desdén – Como los vampiros convencionales, si alguien no muere en nuestras manos, se convierte en uno de nosotros. Es lo que te pasó a ti –

-          Y ahora vienes a matarme – sentenció ella con cierto alivio.

-          No puedo hacerlo. Eres como yo –

-          ¿Por qué haces porno? – preguntó ella con resignación

-          Eso no te incumbe- sonrió – sin embargo, voy a responderte: por vanidad, siempre quise aparecer ante cámaras, utilizo la manipulación mental, la hipnosis  entre otras habilidades que tú no has desarrollado por lo que veo – se tocó la cabeza con dos dedos-  para conseguir todo lo que quiero.

-          Ya me parecía que Bob tenía que estar “idiotizado” para aceptarte – dijo ella riendo a carcajadas.

Él no rió – Solo vine porque sé que me andabas buscando… ¿Hay algo más que quieras saber?-

-          Si, supongo que tenemos algún punto débil, como todos los vampiros o ¿no? Una estaca en el corazón y ser decapitados… -

-          No exactamente, somos más vulnerables que eso. Una estocada o un disparo en el plexo solar, en el lugar exacto y toda la energía vital y la inmortalidad se escapan y nos resecamos como una lagrima en el viento – explicó

Ella camino de nuevo hacia la ventana y miro en lo más profundo de la noche. Quería alejarse de esa vida, del sexo, de la pornografía y ahora estaba atrapada en ese cuerpo con el cual tendría que follar eternamente para vivir.

Entonces tomó el puñal que tenía en una mesita junto a la ventana y se lo clavó entre las costillas, en el plexo solar. Rayos de luz escaparon por el orificio perdiéndose en las tinieblas como una estrella fugaz.



Su cuerpo fue cayendo desde lo alto de la ventana, como una hoja seca, que se había desprendido del árbol muchos años atrás, cuando su abuela la había echado de casa, que todo éste tiempo solo había vagado a merced del viento, que en una circunstancia o en otra, más tarde o más temprano, habría tocado el suelo. Y así fue.

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