El hombre grande y fornido la sujetó de la cintura, ella
estaba de espaldas, con una rodilla elevada en una silla, y la cabeza apuntando
al piso, el comenzó las embestidas, primero deslizando su miembro lentamente un
par de veces y a continuación de manera violenta, y con ese ritmo ella hizo lo
suyo, gimió, gritó y dijo todo lo acordado previamente – Hazlo, más duro, ahhh
si rómpeme el coño – tan desganada como abatida.
- Corten – ordenó el director
Los actores se separaron de inmediato.
- Ohh Bob – dijo ella con pesar
- Cherry suenas más falsa que el orgasmo de una puta – y comenzaron
todos a reír
- Muy gracioso Bob – sonrió ella sin mucho ánimo
- Eres una actriz… - comenzó a decir el director
- Supongo, y nunca me nominarán al Oscar como actriz porno
revelación ¿no? – completó ella divertida
Bob sacudió la cabeza, abrió la boca para señalar algo, pero
se detuvo, pensó unos segundos y luego le ordenó con cierta dulzura – Tomate unos
minutos muñeca – y se alejó.
Llevaba cuatro horas en el estudio, había tenido como ocho
diferentes penes dentro de ella en lo que iba del día y jamás recordaría la
cara de alguno de ellos. De un momento a
otro era enfermera, azafata, exploradora, viuda solitaria, extranjera sadomasoquista
y un sinfín de personalidades que solo usaba para follar. Podría ser el sueño
de un ama de casa, pero para ella era una rutina agobiante.
Su primera grabación fue cuando tenía 17. La había filmado
su ex novio sin que ella supiera y luego divulgó el vídeo entre todos los compañeros
de la secundaria. Al final cada teléfono móvil de la ciudad ya lo había
reproducido un sinfín de veces. Su
abuela, religiosa extremista, a penas lo supo la echó de casa. No volvió al
colegio y se fue definitivamente de la ciudad.
No entendía por qué tanto drama, a muchas les había pasado.
Al fin y al cabo ella solo tuvo sexo con su novio, como lo hacen todas las
chicas, el idiota de su ex la filmó y difundió el vídeo como lo hacen muchos. Y
su vida no hubiera cambiado pero ahora estaba fuera de casa, desprotegida y a
la deriva. Maldita abuela.
Vivió un tiempo con una amiga y su familia, pero luego el
padre de ésta empezó a acosarla y a pesar de haber tenido sexo con él una vez
para que dejara de molestarla y no tuviese que terminar en la calle, él
desagradable hombre obeso de 50 años siguió sediento de lujuria.
Entonces se fue a vivir con un joven músico. Desempleado y
adicto. Obviamente esto no iba a terminar bien. Su vida era como el predecible
argumento de una película de cuarta categoría.
No pasó una semana hasta que el chico aburrido de acostarse
con ella día y noche la obligara acostarse al mismo tiempo con varios de sus
amigos. Ella ebria y drogada lo disfrutó y no solo eso, lo hizo de la manera
más profesional. Los miraba a los ojos mientras hacía la felación, se movía
como bailarina exótica sobre ellos y el sexo anal le propiciaba un placer
infinito.
Fue tan increíble verla en acción, que a uno de los cuatro
sujetos que se turnaban para follarla de a dos, se le ocurrió filmarla. Y así
fue como la historia se repitió y una vez más un video de ella en una situación
indecorosa, y no solo con uno, sino con cuatro hombres, de nuevo transitó a
través de los teléfonos móviles de toda la ciudad.
El joven músico, con su corta visión empresarial no tuvo
mejor idea que cobrar por los servicios de su susodicha novia. Pero ella no estaba dispuesta a dejarse manosear
por ancianos depravados u obreros
apestosos y comenzó a planear su huida cuando alguien se presentó en la casa.
Era uno de los chicos con quien había filmado la orgía. Alto,
moreno, ojos verdes. Era muy guapo. Se saludaron como si fuera un visita formal
– ¿Cuántos años tienes? – le preguntó él
-
Cumplí 18 hace dos semanas – le dijo ella. Él
pareció aliviado.
Ella no pudo evitar soltar una carcajada. Quizás a él ahora se preocupaba
la posibilidad de haber infringido la ley.
Se
puso seria – ¿Porque quieres saber ahora mi edad? –
El chico se dispuso a hablar pero
luego calló porque ella se alejó para luego regresar con un café, que no era
para él.
-
Conozco a un productor de películas que está
interesado en ti, pero quería estar seguro de que fueras mayor de edad - le explicó y ella sintió un golpe de felicidad.
“¿Yo, actriz?” – ¿Y qué hay que hacer? – se apresuró a preguntar.
Él tomó un lápiz que se encontraba en una de las mesas junto
al sofá y anotó rápidamente – Esta es la dirección y ahí está el horario, ve a
verlo cuanto antes- y le pasó el papel.
Ella miró el papel unos segundos, sujetándolo con ambas
manos y luego le dedicó una dulce sonrisa. El chico en un gesto tímido se rascó
la cabeza, como se le acabara de regalar una una caja de bombones. – No sé cómo agradecerte – dijo ella pero si
lo sabía.
Entonces ella, quien estaba sentada en el sofá frente a él,
quien permanecía de pie, lo asió de los glúteos y lo puso frente a su cara,
bajó su bragueta y se llevó su pene a la boca. Él le acariciaba la cabeza y la
cara y ella de vez en cuando le dedicaba una miraba y le sonreía, luego con una
mano empezó a masturbarlo y con la lengua empezó a recorrer sus testículos. Él
se deshizo de sus pantalones y de sus boxers con absoluta maestría. Y abrió más
sus piernas para que ella pudiese llegar a lugares más recónditos. – Oh nena –
rugía él y ella empujándolo levemente lo obligó a sentarse en el sofá. Ella se
arrodilló en el suelo, empezó de nuevo la felación y cuando él estaba a punto
de estallar ella se detuvo. Con una mano
presionó su pene con fuerza y luego comenzó a acariciarlo lentamente, trazó
pequeños círculos con su lengua, en cada testículo y luego la deslizó más abajo
y la introdujo en su ano. Él se sacudió sintiendo el espasmo que el placer le provocaba. Ella no se detuvo,
mientras con una mano rítmicamente acariciaba su pene hasta que él no pudo más.
La sujetó del pelo y le obligó a introducirse el producto de su clímax en la boca. Ella se
limpió los labios con una mano.
Él trataba de recuperar el aliento y ella le dijo – ¿Café? –
él que no podía abrir bien los ojos y aún no volvía del todo en sí se limitó a
asentir.
Ella volvió con una taza y se sentó junto a él. Antes de
pasarle la taza se bebió un poco del café. Él la miraba extasiado, ella era
preciosa, castaña, pecosa y de grandes ojos color miel, su cuerpo era pequeño
pero tenía buenas curvas. – ¿Cuántos años
tienes? – le preguntó ella coqueta sin dejar de mirarlo – 22 – respondió él -
¿Y juegas fútbol o algo así? – Ella apuntó sus piernas musculosas, él sonrió y
le contestó – Algo así – se bebió un
trago más de café y luego depositó cuidadosamente la taza en la mesita junto al
sofá. A continuación se quitó la camiseta y descubrió ante los ojos de ella su
abdomen perfecto.
Ella que iba escasa de ropa lo imitó y quedó completamente
desnuda. Se separó un poco de él, subió ambas piernas y flexionó las rodillas,
y con una mano empezó a acariciarse ella misma, primero un pecho y luego con la
otra la mano la entrepierna. El la miraba con absoluta concentración e instintivamente
se sujetaba con una mano el miembro erecto.
Ella comenzó a hacer círculos rápidos que
abarcaban desde el monte de venus hasta la región anal, la lubricación
salpicaba sus piernas entonces la primera sacudida llegó, y ella gimió – Quiero
que me folles – le gruño. Él se levantó y sin demora la puso en posición de
perrito y la penetró. Estaba tan mojada. Sujetó sus nalgas con las dos manos y
empezó a sacudirla. De vez en cuando se detenía e introducía un dedo en su ano,
lentamente. Ella estallaba en placer. Luego dos dedos y cuando estuvo lo
suficientemente dilatada le introdujo el pene, lentamente y luego con
vehemencia. Ella se apoyaba en un codo para no perder el equilibrio y con una
mano seguía estimulándose. Tuvo otros cuatro orgasmos hasta que el no pudo más
y se corrió dentro de ella. Pero todavía
no terminaba de salirse de ella cuando la puerta se abrió e ingresó el novio de
ella.
El chico se apresuró a vestirse mientras ella intentaba
incorporarse – Eres una maldita puta – le gritó el músico y ella comenzó a reír
a carcajadas. Qué ironía, él hombre que la acostaba con sus amigos y luego
quería prostituirla ahora estaba indignado.
-
No mi amor, solo se ocupaba de mi un hombre de
verdad – le contestó sin dejar de reír a carcajadas. El chico termino de
vestirse y se despidió como si nada pasara – Nos vemos – y el novio también
levantó la mano para despedirse de él.
-
¡Gracias! – le gritó ella antes de que la puerta
se cerrara para no volver a ver jamás a aquel chico.
-
¿Hiciste algo de cenar? –
-
Hazlo tú mismo, me voy a duchar - le dijo ella misma agarrando su ropa. Y él
quedó más consternado por la ausencia de la cena que por el espectáculo que
acaba de presenciar. De hecho ¿porque tendría que haberle impresionado?
Al día siguiente ella guardó sus pocas pertenencias en una
mochila y se largó. Visitó al productor con mucha ilusión pero no era lo que
ella esperaba. Era productor de películas pornográficas. La paga era muy buena
y no tendría que acostarse con personajes grotescos, al menos por el momento. Pasando
los años eso ya no le importó. Vivía de fiesta. Rentaba un buen departamento y
tenía cierto prestigio. No era una Geena Davis, pero tenía una buena cantidad
de fans, seguidores en twitter, instagram y myspace. Cambió su nombre a Cherry
Spank. Había remodelado su cuerpo con unos senos naturalmente imposibles en un
cuerpo tan pequeño y labios ridículamente inflados con colágeno. Y así diez años después de aquel primer vídeo
y de haberse iniciado en la industria porno, estaba vacía. Quería retirarse y
hacer algo diferente con su vida.
No tenía ni ahorros. Solo el coche y cantidades absurdas de
ropa y zapatos. Y lo peor de todo no sabía hacer otra cosa además de follar,
pero no importaba que terminara en la calle sin nada, no estaba dispuesta a
seguir haciéndolo. Se había vuelto una agonía interminable.
Disfruto cada minuto que le otorgó Bob para que se
recuperase de su anorgasmia. Se metió una tira de coca y salió a escena. ¿Qué tendría en mente Bob? ¿Qué argumento “hiper
elaborado” le estaría aguardando? Miro con aburrimiento el estudio. Todo el equipo
de producción, las chicas acicalándose a un costado, más personas de la cuenta,
algunos fumando, hablando, tomando café. Todo era gris, y a pesar de las luces
de los reflectores, todo se veía demasiado apagado y transcurría con una
lentitud escabrosa. Su mirada se detuvo en un hombre particularmente extraño
(porque siempre habían cosas extrañas ahí) Era muy alto, la piel blanca casi transparente,
pelo negro, ojos… ¿rojos? Quizás estaba drogado. Daba igual, pero no tanto, era
desconcertante. “Por favor con él no” pensó ella en una súplica. Usualmente no
hablaba con los actores, pero sintió el impulso de saber más de éste personaje
que parecía sacado de un cuento de Lovecraft, solo le faltaban los tentáculos,
o quizás no.
Bob se acercó a ella y le dio algunas indicaciones. A continuación entró a la escena.
Ella era una transeúnte
que terminaría teniendo sexo en un callejón con un desconocido luego de que
éste se la llevara por delante con su moto. Primero filmarían la escena de sexo
en el muro y luego lo demás. Hicieron todo lo básico. Aburrido. Sexo oral, él
luego ella. Lo mismo de siempre. Lo hacían en diferentes tomas y ángulos poco creíbles.
Hastiada hasta morir. ¡Corte!- Gritaba Bob de tanto en tanto. Lubricante
artificial. Ella se montó sobre una mesa de pingpong abandonada junto al depósito
de basura. Acostada y con las piernas elevadas y las rodillas flexionadas para
dar la mejor vista de sus partes nobles. El personaje se dispuso a penetrarla.
Ella sintió un extraño escalofrío pero lo ignoró.
-
Lo haremos sin cortes, orgasmo creíble Cherry
Spank … por favor –
Él empezó a moverse dentro de
ella. Era extraño e incómodo. Se sentía como uno de esos juguetes sexuales, con
textura rara. ¿No se ha depilado? Su miembro era helado. No sabía si era la
coca o era el hastío, pero sintió como si su pene se ramificara dentro de ella.
Se sentía débil. Él hombre parecía extrañado pero continuó moviéndose. Entonces
ella sintió pequeñas agujas en todo su interior. Gritó y lo empujó
violentamente, el hombre se retiró de ella e intentó volver a penetrarla, pero
ella en un llanto histérico le ordenó que se alejara.
-
¿Qué demonios niña? – aulló Bob
-
Cherry está muerta – le dijo llorando y rápidamente
se vistió y se marchó ante los reclamos de Bob y otros más del equipo.
Pero no pensaba mirar atrás y
mucho menos regresar. Se sentía morir, débil, con nauseas. Condujo hasta su
casa, a donde apenas llegó, abrió la puerta y se desplomó. Se despertó y el techo daba vueltas, al menos
eso sentía. Todo estaba oscuro. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Se incorporó como
pudo, buscó su móvil, no tenía batería.
Tenía recuerdos difusos, como los
de un ebrio que no recuerda la noche anterior. Cuando conecto y logró encender
su móvil se encontró con una infinidad de mensajes. La mayoría eran de Bob. Los
ignoró todos, pero lo que no pudo evitar fue la sorpresa cuando vio la fecha. ¡Habían
pasado tres días desde que abandonó el estudio! Se sintió angustiada. Consideró
la posibilidad de haber estado en coma. No entendía nada. Se apresuró a
prepararse un café, lo bebió y acto seguido lo vomito sin poder evitarlo.
Corrió a mirarse al espejo, como buscando una respuesta en su propio reflejo y
se encontró con su tez pálida y sus ojos rojos, entonces recordó al sujeto extraño del set de grabación,
esa apariencia que parecía que solo a ella le consternada. ¿Cómo alguien así
podría conducirse entre personas
normales sin que nadie lo notase? ¿O no fue real?
La ansiedad era cada vez
mayor y sentía un vacío desgarrador en su interior. Se sujetó el abdomen y
tembló.
Corrió al refrigerador y se llevó a la boca todo lo que se
encontraba y a continuación lo volvía a rechazar. La furia se apoderaba de ella y comenzó a
romperlo todo. Se asfixiaba. No soportaba el encierro. Abrió la puerta y bajo
corriendo las escaleras, descalza, con la falda subida por encima de la cintura
y el top dejando escapar uno de sus senos. “¿Será que necesito un pase?” se
preguntó, pero ella no era una adicta ¿o si lo era? Sentía que la angustia le
iba a estallar en el pecho y se sentó en la calle a llorar. Se acomodó la ropa
como pudo, todo estaba desolado, pero no traía bragas. Se sintió temerosa, había
corrido como un animal varias calles alejándose de su casa. Entonces un hombre
se acercó. Como era de esperarse, a esas horas y en ese barrio, era un
asaltante – Miren lo que me trajo el gato – dijo con ironía y acarició su
navaja y luego la deslizó por el cuello de Cherry. Ella se levantó lentamente. Él hombre había
notado que esa mujer hermosa, en medio de la noche y a su absoluta merced no traía
bragas y estaba demasiado excitado como para pensar nada más y mucho menos
preguntarse porque estaba allí sentada llorando. Se liberó la erección del pantalón y la empujó
al suelo, en un rincón. Ella quien al principio estaba muerta de miedo y veía
el fin de su vida frente a sus ojos comenzó a tener una sensación singular, del
centro de su vagina placenteras vibraciones surgieron y con locura esperaba el
momento que la penetrara.
-
Vas a saber lo que es bueno puta – le dijo el
hombre groseramente y comenzó a follarla – Ohh lo estás disfrutando maldita
zorra, ahora voy a follarte el culo para que llores de verdad– pero ella no
sentía un placer sexual, era algo aún más elevado, se sentía llena, la sangre fluía
con fuerza por sus venas. Volvía a nacer. El hombre no pudo retirarse para
cumplir su amenaza. Era maravilloso, ni
en sus mejores polvos había experimentado algo así, tan intenso, tan
penetrante. Mientras el hombre seguía moviéndose pero se iba apagando y dejo de
hablar, soltó la navaja y empezó a jadear, el clímax llegó pero para vaciar
toda su fuerza vital en ella.
El permaneció inmóvil dentro de ella quien
sentía como su vagina continuaba contrayéndose y relajándose por varios minutos
más hasta que se percató de que el cuerpo sobre ella no era más que una masa
inerte. Se horrorizó y lo empujó. Gritó. No entendía nada.
Corrió con una agilidad y energía nunca antes experimentada,
volvió a casa. A pesar del horror, se sentía libre, poderosa, llena. La
angustia se había ido. Por el momento.
Estuvo toda la noche despierta, moviendo muebles, cambiando
todo de lugar varias veces, sentía una fuerza asombrosa. No volvió a pensar en
aquel hombre que acababa de morir sobre ella. Después de todo él la estaba
ultrajando, merecía morir. Cuando el sol comenzó a asomarse se sintió exhausta,
cerró las cortinas y se entregó al sueño. Un sueño profundo y exquisito.
De nuevo la noche la despertó. Un asomo de angustia
y un atisbo de ansiedad incipiente. Sin saber por qué, se negó a dejar que esto
prosiguiera, empacó rápidamente y se marchó. Condujo varias horas sin saber a dónde
ir. Finalmente paró en un motel. La angustia se había apoderado nuevamente de
ella, como una pesadilla recurrente aunque ésta vez tenía un poco más de auto
control.
Pidió las llaves en la portería. Entró a la
habitación y se sentó en la cama. “Voy a planificar mi vida, voy a empezar de
nuevo” pensó. Otra vez la sensación de vacío, pero no el vacío de su vida, sino
el vacío de sus entrañas.
Se dio una ducha tratando de mitigar su
ansiedad y salió a caminar. Había una pareja discutiendo en el parqueadero del
motel. El chico fumaba y la chica le chillaba. Ella sonrió al pensar que
afortunadamente siempre había sido libre, excepto cuando el músico drogadicto
se sentía su proxeneta. Ella se recostó
contra un coche a observar divertida. La chica corrió y se metió a una de las
habitaciones y el chico permaneció allí, pero se percató de que ella lo miraba
y se animó a acercarse – Hola – le dijo sonriente – Hola – le contestó ella.
Ahora él la observaba divertido y con algo de morbo, ella llevaba un pequeño camisón
a penas cubierto por una diminuta bata y pantuflas rosa. Ella cerró los ojos y
tragó saliva, era esa sensación de como cuando se intenta evitar el vómito, inevitable
y embarazoso.
-
¿Estás bien? Parece que has estado llorando, tus
ojos están rojos – preguntó el chico. Era un joven de unos 25 años, bajo y
regordete. Distaba bastante de ser el príncipe azul, pero ahora fingía estar
interesado en ella.
-
Algo así – dijo ella, recordando que esa se
había vuelto su frase habitual cuando no quería dar muchas explicaciones, la
usaba desde que el guapo moreno de ojos verdes que un día se la follara 10 años
atrás se definiera sí mismo como futbolista o “algo así” y ella jamás supo a qué
se refería. Divagaba porque trataba de
evitar esa sensación que volvía a nacer en su vagina. Quería alejarse de la
vida del sexo pero parecía haber adquirido alguna patología psiquiátrica como
la ninfomanía. Se negaba a creerlo. El chico le seguía hablando, pero ella no
le prestaba atención, una tormenta de sensaciones angustiosas le obnubilaban la
mente, él le explicaba que su novia estaba embazada y que él no quería que
tuviera el bebé…
-
Fóllame – le interrumpió ella con su ruego.
-
Vaya nena que eres directa –
Ella se sacó las bragas y abrió las piernas frente a él. El
chico se sintió algo intimidado pero no podía sacar los ojos de su entrepierna,
afeitada y húmeda.
-
Bien – dijo él – pero tendrá que ser rápido porque
mi novia puede salir
Ella se sintió tan humillada que no atinó a responder. El
trató de besarla pero ella no quería perder el tiempo. Entonces él la penetró y
los ojos de Cherry brillaron como los de un gato, de rojos a dorados. La vida
volvía. Todas esas sensaciones que tuvo en la calle una noche atrás, todas
desfilaban por su cuerpo una vez más.
-
Ohhh – él llegando al orgasmo trató de retirar
su pene para no correrse dentro de ella, pero ella lo detuvo. Lo necesitaba más
tiempo dentro de ella – Mi Dios – dijo él en un susurro, cerrando los ojos y perdiéndose
en la magia, pero al mismo tiempo sintiendo un agotamiento fuera de lo normal.
Sensación de asfixia. Se alejó tambaleante. Se llevó las manos a la cabeza, ni
siquiera se subió los pantalones. Finalmente cayó desplomado al piso.
Cherry no lo podía creer. ¿Qué pasaba? ¿Acaso ella era la “vagina
asesina”? Era la segunda víctima de sus antojos incontenibles. La policía empezaría
a investigar. Sin ningún remordimiento por el chico que yacía muerto en el piso
corrió a buscar su maleta y las llaves del auto y huyó del lugar.
Así fue como empezó una travesía, viajando de ciudad en
ciudad, durmiendo de día y cazando en la noche. Huyendo de la policía. Prostituyéndose
o haciéndolo por nada, al fin y al cabo, debía hacerlo para vivir. La policía estaba
desconcertada, pero no tenían pistas concretas, aun así ella depredaba cuanto
podía y luego se iba.
Era como una leyenda urbana, la hermosa mujer rubia que
recorría las calles nocturnas, semi desnuda, hambrienta de un sexo mortal.
Pasaron los años y su juventud seguía intacta. Miraba a
través de la amplia ventana. Quería dejarse caer hasta la acera, 13 pisos más
abajo. Había buscado a aquel sujeto durante muchos años, pero no lo había
encontrado. Quería respuestas. ¿Qué había pasado aquella noche en el set de
grabación? Cuando sintió como tentáculos
emergían de su pene y succionaba su vida a través de las paredes de su vagina.
Quería una respuesta ¡maldita sea! Antes de partir. Gritó su mente.
-
Espera, eso va a ser inútil, eres inmortal – le dijo
una voz a sus espaldas.
Era el hombre, a quien tanto tiempo había estado buscando.
Estaba sentado elegantemente en el sofá y miraba hacia ella. Todo era demasiado
extraño, desde el principio, así que como había llegado allí, precisamente en
ese momento, era lo de menos.
-
¿Que eres? – le dijo ella
-
Un vampiro – y le sonrió
-
Pensé que los vampiros eran interesantes, lo
siento pero tú te ves patético - dijo
ella con cierto resentimiento
-
¿Conoces algún otro vampiro? – le inquirió él
-
No, pero en las películas siempre son sexys – no
pudo evitar sonreír y él tampoco-
-
No seas estúpida –
-
Bueno no tengo mucha cultura, solo películas de
cuarta y guiones de porno – acotó – Supongo que no se nada- y calló con
tristeza
-
Mmm somos una evolución del vampiro
convencional, dormimos de día y nos alimentamos de sangre, pero no usamos los
colmillos como sabes, sino unas membranas que recubren nuestros órganos sexuales,
que se expanden y se adhieren a los órganos de nuestra víctima – Ella escuchaba
aburrida porque todo eso de alguna manera ya lo suponía – Cuando el orgasmo se
produce, el flujo de sangre en la zona es más importante por lo cual la extracción
es más poderosa y casi total - él se levantó y la miró con desdén – Como los
vampiros convencionales, si alguien no muere en nuestras manos, se convierte en
uno de nosotros. Es lo que te pasó a ti –
-
Y ahora vienes a matarme – sentenció ella con
cierto alivio.
-
No puedo hacerlo. Eres como yo –
-
¿Por qué haces porno? – preguntó ella con
resignación
-
Eso no te incumbe- sonrió – sin embargo, voy a
responderte: por vanidad, siempre quise aparecer ante cámaras, utilizo la
manipulación mental, la hipnosis entre
otras habilidades que tú no has desarrollado por lo que veo – se tocó la cabeza
con dos dedos- para conseguir todo lo
que quiero.
-
Ya me parecía que Bob tenía que estar “idiotizado”
para aceptarte – dijo ella riendo a carcajadas.
Él no rió – Solo vine porque sé que me andabas buscando… ¿Hay
algo más que quieras saber?-
-
Si, supongo que tenemos algún punto débil, como
todos los vampiros o ¿no? Una estaca en el corazón y ser decapitados… -
-
No exactamente, somos más vulnerables que eso.
Una estocada o un disparo en el plexo solar, en el lugar exacto y toda la
energía vital y la inmortalidad se escapan y nos resecamos como una lagrima en
el viento – explicó
Ella camino de nuevo hacia la ventana y
miro en lo más profundo de la noche. Quería alejarse de esa vida, del sexo, de
la pornografía y ahora estaba atrapada en ese cuerpo con el cual tendría que
follar eternamente para vivir.
Entonces tomó el puñal que tenía en una
mesita junto a la ventana y se lo clavó entre las costillas, en el plexo solar.
Rayos de luz escaparon por el orificio perdiéndose en las tinieblas como una estrella
fugaz.
Su cuerpo fue cayendo desde lo alto de la
ventana, como una hoja seca, que se había desprendido del árbol muchos años
atrás, cuando su abuela la había echado de casa, que todo éste tiempo solo
había vagado a merced del viento, que en una circunstancia o en otra, más tarde
o más temprano, habría tocado el suelo. Y así fue.